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Historias con Señoras Hembras, a las que no tuve que pagarle...

Marta de Lanús.



Ya de muy joven fui un gran Tramposo y Mujeriego, corrían los años 70 y entre el estudio, los trabajos ocasionales y el ímpetu de los 20 años, me encontraba siempre con la sangre en estado de efervescencia.

Fue así que para esas épocas conocí a una señora joven, tendría unos 34 años, yo la veía como una mujer grande ya que recién cumplía los 22 años. Casualmente en una clínica Palermo estábamos esperando ser atendidos y allí se dio la conversación inicial.

La mujer tení muy buena onda y conversamos una barbaridad de tiempo, después cada uno entro a la consulta con sus respectivos médicos y pareció que todo terminaba ahí; la cosa fue que cuando estaba saliendo de la clínica llovía torrencialmente y me quede haciendo tiempo en el hall, a los pocos minutos siento que me hablan -uh como llueve- era ella, seguimos conversando un rato y me invitó al bar que estaba en la esquina a tomar un café; recuerdo que nos sentamos casi al fondo del local y nos quedamos hablando más de una hora.

Ella me contó su vida en menos de 15 minutos, yo la escuchaba maravillado, observando lo fina y delicada que era, el cabello impecable ni un rulo fuera de lugar, poco maquillaje, unos ojos marrones, grandes y pestañas largas, los labios siempre húmedos, mientras ella hablaba yo me imaginaba lo que ella contaba y quería poder ayudarla. En realidad estaba fascinado por su sex apeel.

Cuando salimos del bar, como yo no tenía como protegerme del agua me fui caminando dos cuadras abrasado a ella mientras nos refugiábamos bajo su paraguas; por un momento me sentí enamorado, atraído el sutil encanto de Marta.

Intercambiamos número de teléfono, nos despedimos con un suave beso en la mejilla y nos hicimos la promesa de volver a llamarnos.

Yo estaba de novio con una chica que vivía en Flores, esa noche pasé a verla y no podía sacarme de la cabeza a Marta, como esta mujer 12 años mayor que yo, y encima casada me podía haber dado vuelta la cabeza con una simple charla de poco más que una hora.

Llegue a mi casa y no podía dormir pensando en ella, al otro día en el trabajo estuve tentado varias veces por llamarla, pero no tenía claro que era lo que le iba a decir y desistía.

Pasado el medio día, la recepcionista de la oficina me pasa un llamado, era Marta me comentaba lo bien que la habíamos pasado el día anterior , me decía que le gustaría encontrarse a conversar y tomar un café nuevamente; sin más reparos fijamos fecha y hora del encuentro, yo salía de la oficina a las 17 y ella del banco a las 18:30 horas, de Colegiales al Centro estaba en menos de 40 minutos, hasta me sobraba tiempo, y como el día del encuentro iba a ser viernes había decidido no ir a la facultad.

Llego el día indicado y nos encontramos en la esquina de Corrientes y Florida, la vi radiante hermosa, nos saludamos con un beso que casi rozó nuestros labios y nos fuimos a un bar a pocas cuadras, hablamos le conté parte de mi vida, ella me excitaba con su mirada, la atención que ponía al escucharme me indicaba que estaba ante una mujer inmensamente necesitada de afecto; no sé si caí en sus redes o que paso, la cosa es que a los pocos minutos estábamos en la Plaza Roma sentados en un banco inmersos en una pasión incontrolable, nos besamos profundamente y nos dejamos llevar por el desenfreno, ni la gente que circulaba por el lugar, ni la bruma que cubría el lugar en esa fría tarde de invierno pudo con nuestro apasionamiento.

Después de un largo rato de besos caricias y miradas más que sugerentes nuestros cuerpos pedían algo mas intimo, yo no sabía cómo derivar la conversación sin ofenderla, ella que era bastante más experimentada que yo me lo propuso, sin dar vueltas, -¿vamos al hotel que está allí enfrente?- sin mediar palabras cruzamos la calle y nos metimos en un hotel que había a media cuadra del Luna Park.

En la habitación la excitación se hizo más evidente, en medio de besos y caricias nos fuimos desvistiendo hasta quedar desnudos por completo, mientras nos besábamos yo miraba su maravilloso cuerpo en los espejos de la pared. Nos metimos en la ducha no bañamos juntos, nuestras manos se enredaban y recorrían nuestros cuerpos de forma descarada, ambos estábamos poseídos por el influjo de la lujuria y abstraídos del tiempo.

Nos desplomamos en la cama sin dejar de besarnos y tocarnos continuamente, era un eterno descubrir de sensaciones, ella tomo mi pene erecto lo llevo a su boca, quedé por un momento casi inmóvil entregado a la sublime sensación que me brindaba esa práctica que por primera vez me hacían con esa dedicación; por momentos mi pene era deglutido por su boca, y suavemente si deslizaba su lengua por el glande pasando después por los testículos y volviendo a ser engullido, era como que el tiempo se había detenido. Por suerte volvimos de nuevo a los besos y eso mitigo mis deseos de eyacular, seguimos con el manoseo, los besos, sus pechos me llenaron la boca y pude sentir como se endurecían sus pezones.

La cosa ya no daba para más, en la posición del misionero la penetré suavemente mientras ella gemía y me repetía sin cesar -¡cojeme!, ¡cojeme!- el hecho de escuchar a esta mujer a punto de lograr el clímax, y el grado de excitación que yo tenía hizo que la penetrara más fuertemente y en medio de jadeos y gemidos eyaculé dentro de Marta en el momento que ella me pedía, como desesperada -¡dame la leche, dame la leche...!

Creo que ambos llegamos juntos al orgasmo, esos pocos segundos de éxtasis bastaron para dejarnos exhaustos a ambos, fue un momento en que el mundo dejo de girar para nosotros dos; luego quedamos recostados en la cama, nos fumamos un cigarrillo, conversando sobre lo bien que la estábamos pasando.

Como en esa época no teníamos el fantasma del Sida sobre nuestras cabezas lo único que me preocupaba era que no quedara embarazada y le pregunté –supongo que te cuidas con algo- ella me contesta que tomaba anticonceptivos y que no me hiciera problema.

Luego de descansar un rato volvimos a la acción  repetimos y aumentamos el goce que habíamos experimentado minutos antes, por suerte el turno del hotel fue de 2 horas, y nos dio tiempo para bañarnos junto e intentar un tercer tiempo al cual yo no llegue, pero ella lo disfruto muchísimo.

Salimos del hotel y nos fuimos a comer pizza, a todo esto eran como las 22 horas, le pregunte que escusa le iba a dar al marido, ya que estaba casada desde hacía 9 años, me explicó que el marido era conductor de colectivos y estaba cumpliendo horario de tarde y llegaba a su casa pasadas las 0:00 horas.

Me inquietó un poco el poco margen de maniobra que esta mujer tenía y le dije que evitara problemas y volviera lo más pronto posible a su casa, ya que el viaje hasta Lanús era bastante largo. La acompañe a la parada del colectivo, nos besamos con tanta pasión como antes de estar íntimamente, de pronto llego el transporte, subió, y me quede mirando cómo se perdía el micro en la oscuridad mientras ella me saludaba desde el ultimo asiento.

Me sentí realmente enamorado de esta mujer, no podía dejar de pensar en ella un solo minuto, contaba los segundos que pasaban y el tiempo que me faltaba para verla, durante el tiempo que duró nuestra relación, todos los días iba a esperarla a la esquina de Florida y Bartolomé Mitre, estuvimos durante ese tiempo casi rayando con la locura, como todos los días no podíamos ir a un hotel, hicimos el amor de la forma más inverosímil, en obras en construcción, en plazas, cuando me prestaban el auto, en el auto, fueron meses de una adrenalina extrema.

Los fines de semana eran trágicos para mí, si el marido de Marta tenía franco, lo sufríamos sin vernos, yo por mi parte no sabía cómo dejar a mi novia, ya que me había dado cuenta de que no estaba enamorado.

Nuestra locura llego a un grado tal que un sábado que el esposo de Marta estaba de servicio, me fui de Flores a Lanús y me metí en la casa de Marta, ella no tenía hijos y vivía en un departamento tipo PH, por un pasillo al fondo; no le importó los vecinos ni el “que dirán” estaba jugada y me esperó en su casa.

Tuvimos una tarde de sexo inolvidable, ese día por primera vez en mi vida saboreaba una vagina y pude constatar el inmenso placer que se podía brindar a una mujer practicándole sexo oral, meter mi lengua entre los labios y el clítoris, sentir los jadeos de ella durante el acto, fue algo indescriptible.

La tarde se nos pasó volando, eyaculé 3 veces, perdimos nuevamente la noción del tiempo, el placer del sexo bien entendido nos había obnubilado y caímos en el influjo del amor y el deseo.

Pero el tiempo corría aunque nosotros no nos diéramos cuenta, ya había oscurecido y ninguno de los dos nos habíamos percatado de la hora, del sueño que estábamos viviendo pasamos a la realidad en un segundo, los golpes en la puerta sonaron como cañonazos, la voz de Pedro retumbaba en el pasillo. Vaya uno a saber por qué causa del destino ese hombre, justo ese día olvidó sus llaves en la casa; marta desnuda y agitada, yo tome mis ropas, solo pude ponerme el calzoncillo y los zapatos sin medias, Marta me indicó que la pared del fondo daba a un terreno baldío, que podía escapar por la otra cuadra…huí como una rata, de un salto trepe la pared con mis pertenencias en la mano y salte, desde el terreno la pared tenía mucho mas altura, pero mi desesperación pudo mas, no me rompí una pierna de milagro. Quedé inmóvil entre los yuyos cambiándome como podía  y tratando de escuchar lo que pasaba adentro, escuché la voz de Pedro que le decía -¡¿que haces desnuda!?-se lo decía en mal tono, Marta le responde –me estaba por bañar- Pedro -¿Qué te pasó que estas tan agitada?¿no me estarás cagando vos, no? Por un momento pensé que el corazón se me iba a salir del pecho y que los latidos se escuchaban como tambores.

Por suerte Marta lo persuadió y los ánimos se calmaron rápidamente.

Salí de entre los yuyos medio embarrado desalineado y completamente descontrolado, sin poder dejar de pensar en lo que me había ocurrido.

Al día siguiente la llamé al banco de Boston, ella trabajaba en casa  central, me conto que no había tenido mayores problemas. A los pocos días fui a su encuentro mientras caminábamos y nos prodigábamos toda clase de mimos buscábamos un lugar donde descargar nuestra pasión; como no disponíamos de dinero para ir a un hotel, la cosa termino en la terraza de un edificio en Belgrano y Salta; en esa época las puertas estaban abiertas hasta tarde y no metimos en uno bien alto, fuimos hasta el último piso ubicamos la puerta que salía a la terraza, y en un rincón nos amamos desesperadamente.

Ese tipo de locuras no se podía llevar a cabo todos los días, fue así que decidimos alquilar en la zona de congreso un mono ambiente, la tarea nos llevo más de un mes, llegando la primavera hicimos posesión del departamento, estaba en Rivadavia a una cuadra del Congreso, me quedaba muy a contramano con mi trabajo en Colegiales pero era lo mejor, no teníamos muebles, un amigo me regaló un colchón viejo y con algunas cosas que traje de mi casa armamos nuestra guarida.

De más esta decir que durante el primer mes todos los días llegábamos a las 19 horas y según como trabajaba el marido de Marta era la hora en que nos íbamos.

En dos oportunidades que el marido de Marta se tomo el fin de semana para ir de pesca, nosotros nos pasamos el fin de semana encerrados en el nido.

Transcurrían las semanas y seguíamos inmersos en nuestro idilio, Marta insinuaba en que se iba a separar del marido y que podríamos vivir juntos, esa opción no me entusiasmaba demasiado; el furor de los primeros tiempos se fue desvaneciendo, nos veíamos 3 veces por semana después dos y luego cada tanto, el proporcional el alquiler se me hacía demasiado difícil de juntar, siempre andaba sin guita, la cuestión fue que rescindimos el contrato y nuestros encuentros fueron cada vez mas espaciados.

Un día llame al banco y me informaron que la habían trasladado a la sucursal Lanús, espere el llamado de ella varios días y jamás llamó, antes de las fiestas del 74 llamo a mi trabajo y justamente yo no estaba; el que recibió la llamada me avisó los primeros días de enero, los planetas no estaban alineados y no nos volvimos a ver. Pero la recuerdo siempre, no sé si lo nuestro hubiera funcionado todo estaba muy enmarañado, era una relación complicada, duró algo más de 6 meses, nunca la voy a olvidar…    

 

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